
- Honey…are you Ok? – demando Sara a la chica quien últimamente se encontraba en otro mundo, fuera de sí – yes… I’m fine.
- Are yo usure? Because if there’s something bothering you, you should tell me – insistió la mujer, pero ¿Cómo decirle a Sara o a María que la razón de su lejanía era Terry, el mismo Terry que ella se había encargado de despellejar frente a ellas, al Terry que ella supuestamente detestaba debido a su arrogancia y sin contar el hecho de que salía con la bruja menor?
– ¿Me parece a mí o nuestra niña está enamorada? – le pregunto en susurro Maria a Sara quien la miro algo incrédula – ¿in love? But… Who is she in love with?
- Maybe it’s this boy…you know, the one she called her Prince – respondió no muy segura, si ese era el caso ¿por qué Candice no les había contado? O ¿es que acaso había algo más?
- Heyyyy… ¿Qué susurran ustedes por allá? – pregunto la chica fingiendo enojo – nothing… nada – respondieron ambas al unísono - ¿seguras? Porque si están…
- El timbre, debo abrir la puerta – dijo María apresurada saliendo la cocina en dirección a la puerta principal – and I should finish this – agrego Sara continuando con sus quehaceres, Candice sonrió incrédula por la reacción de ambas mujeres ¿Qué estarían maquinando sus dos hadas?
- Candy… cariño, llego esto para ti – le dijo María mostrándole una caja envuelta con papel de regalo reciclado – what is it? Who sent it? – pregunto curiosa Sara acercándose de nuevo al lugar, sin embargo, Candice conocía a la única persona que fuese tan descarada como para enviarle un paquete al lugar donde ella trabaja y que casualmente era la casa de la chica con la que salía – gracias – musito tomando el paquete apresuradamente antes de que pudieran si quiera notar cualquier indicio que revelara el nombre de Terry – olvide algo en mi habitación, ya vuelvo – mintió nerviosa, nerviosismo que no paso desapercibido por ambas mujeres quienes la observaron pensativas y preocupadas – yo te mato Terrence Granchester – susurro entre dientes mientras entraba a su habitación y cerraba la puerta con seguro, todo en caso de que algunas de las brujas o sus hadas entrara a su habitación y pudiera notar o siquiera leer el nombre Terrence Granchester en algún lugar , observo el paquete algo escéptica y curiosa, abriéndolo con cuidado y revelando lo que parecía el contenedor de un – móvil… ¿y yo para que querría un móvil? – pregunto sacándolo de la caja y observándolo algo confundida – pero… ¡esto debe ser carísimo! – exclamo observando el móvil último modelo, lo observo cuidadosamente y lo encendió aun desconcertada – ring… ring… - sonó el móvil exaltando un poco a la chica quien asustada por poco lo dejaba caer al piso – pero…
- Ring… ring.. ring.. – seguía sonando el móvil insistentemente, algo cautelosa lo abrió – Alo – murmuro nerviosa – vaya… pensé que lo habías regalado o peor aun, que lo habías hechado a la basura – dijo la voz de Terry Granchester al otro lado de la línea - ¿te gusto? – pregunto – ricachón… ¿Cómo para que necesitaría yo, un celular tan costoso? – demando haciendo sonreír al chico con lo concienzuda que podía llega a ser – tómalo como… como un préstamo, además, esta será nuestra línea privada.
- ¿Y como para que tendríamos que tener TU Y YO, una línea privada?
- Bueno porque somos amigos y dentro de poco algo más que eso, bueno eso espero.
- ¿Algo más que amigos? Mira Ricachón, si tus intenciones son algo más que…
- Te invito a salir – dijo interrumpiendo a la chica - ¿tú y yo? ¿en una cita?
- ¿Y quien dijo que era un cita? Solo te estoy invitando porque mi hermana quiere conocerte – respondió, escondiendo sus verdaderas intenciones de verla y salir con ella, tras una mentirita piadosa, su ego era aun un poco grande - ¿tu hermana?
- Si, salió hace poco de la clínica, luchaba contra el cáncer pero ya…
- ¿Cáncer? – pregunto alarmada – si, Cáncer, pero ya no te preocupes que está bien, gracias a Dios lo combatió como toda una guerrera y no quedan rastros de él – respondió despreocupadamente sorprendiendo a Candice por la tranquilidad y aplomo en su voz, algo que ni ella misma lograba hacer cuando hablaba de la enfermedad que le habia arrebatado la vida a su madre y que casualmente era la misma –Ok… si, será un placer – acepto la invitación de un sonriente Terry – pues entonces nos vemos mañana en la estación del bus, lleva ropa cómoda pero abrigada que hace frio y no quisiera que te me resfriaras, ahhhhh y se me olvidaba el numero uno es mi número de teléfono… puedes presionarlo cuantas veces quieras o lo necesites.
- Terry yo…
- Nos vemos y cuídate Cinderella – se apresuro cortando la llamada - ¿y? – pregunto expectativa Karen – dijo que si… DIJO QUE SIIIII – grito corriendo hasta su hermana y bailando con ella feliz, con su corazón rebosando de alegría – hahahahahaha - Karen reía divertida era la primera vez que veía a Terry reaccionar de esta manera, era la primera vez que el chico mostraba este tipo de afecto – bueno ya el primer paso fue todo un éxito, sin embargo, necesito que me respondas esta pregunta con toda la sinceridad posible ¿de verdad te gusta Granchester? No me gustaría ayudarte a ganarte la confianza de Candice para que luego la lleves a la cama y la dejes como acostumbras hacer – agrego con mirada dura – mocosa… nunca había sentido esto por nadie, es como si… es como si todo mi mundo girara a su alrededor, es como si ella desapareciera y el resto de mi vida perdiera sentido, cada vez que la veo o escucho su voz, mi corazón quiere romper mis costillas, mis pensamientos se nublan, no sé qué decir o como actuar delante de ella, es la primera vez que una chica me hace sentir de esta manera, es la primera vez que alguien me hace sentir que soy una persona diferente – respondió con sinceridad en su mirada y en su voz – entonces… cuenta conmigo – acepto la chica prestar sus servicios y encantos para ayudarlo a ganarse el corazón de su Cinderella, el corazón de la única mujer que había logrado que el corazón de su hermano sintiera amor por primera vez.
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- ¿Dónde estuviste? El Sr. Nishida te espero por horas – pregunto preocupado George al ver entrar a Albert a su oficina con 4 horas de retraso – lo siento George, surgió un imprevisto y…
- Ese imprevisto se llama Candice Blanco, ¿no es cierto? – demando perspicaz, preocupado – no comiences George – dijo Albert algo cansado, había esperado por la joven por más de 3 horas y de nuevo ella no había aparecido - Albert, deja de soñar y baja de esa nube, ocúpate de tus deberes.
- No me digas que hacer George, conozco mis deberes – agrego entre dientes – pues pareciera que Candy te los hiciera olvidar – dijo George enojando a Albert quien lo miro fieramente – perdón… ¿ y qué paso ahora? ¿No llego de nuevo? – pregunto - ¿fue ese tu imprevisto? La esperaste todo este tiempo otra vez, ¿no es cierto? – agrego halando tanto la cuerda que la rompió – SI DIJE QUE SURGIO UN IMPROVISTO, ES PORQUE ASI FUE, ADEMAS, NO ES TU PROBLEMA SI ESPERE POR ELLA O NO, ES MI VIDA – respondió a los gritos bastante malhumorado, hacía varios días ya que no la veía y eso lo había irritado un poco, sus cambios de humor se hacían algo constantes, perjudicando no solo sus negocios sino también sus relaciones interpersonales con su familia y amigos, especialmente con George quien a veces no comprendía su proceder y este era uno de esos momentos – si, es tu vida… tienes razón, no opinare mas sobre ello, permiso – dijo George bastante sentido con las palabras dichas por Albert quien solo cerro sus ojos y suspiro cansado y sorprendido con su proceder ¿Qué pasaba con él últimamente? ¿Qué clase de hechizo había lanzado Candice sobre él que con su ausencia cambiaba por completo?
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- Sussie, ¿Cómo has estado? – pregunto Terry al contestar su cell – no muy bien, de hecho algo enojada y abandonada – respondió la chica bastante molesta con Terry quien se había comportado muy extraño, últimamente no contestaba sus llamadas o sus mensajes, tenia días sin verlo y esto de verdad la estaba preocupando, no comprendía que le sucedía al chico – si, lo sé, perdóname, lo siento, es solo que he estado bastante ocupado con el trabajo – mintió, sin embargo, la única razón era Candice, no tenia cabeza para otra cosa sino para ella, solo Candice ocupaba sus pensamientos, se había vuelto algo tonto y eso le gustaba pero lo cansaba, ese sentimiento de necesidad por la chica provocaba sentimientos confusos, por un lado era emocionante sentirse así por alguien, deseaba estar solo a su lado, ser solo para ella y que ella solo fuera para él, que solo le sonriera a él, que solo Terry estuviera en sus pensamientos, pero, también era algo tedioso, se sentía idiotizado, vulnerable y eso era algo que no combinaba con él – te entiendo – acepto las disculpas fingiendo tranquilidad pero por dentro quería matarlo, solo a ella pertenecían su cuerpo, sus labios, sus pensamientos y deseo - ¿Qué te parece si nos vemos hoy por la noche y nos ponemos al día? – pregunto con voz melosa y seductora, Terry permaneció en silencio, había prometido a Karen que solo estaría con Candice pero técnicamente aun no estaba con ella, así que, no estaría traicionando su promesa, solo era una salida, Susana era solo deseo, lujuria, pasión y sexo, se entretendría con ella y luego cuando Candice estuviese a su lado, la dejaría a un lado – OK, mismo lugar y misma hora – acepto sin siquiera imaginar el camino pantanoso sobre el que se adentraba o los planes de Susana quien no estaba dispuesta a perder y mucho menos en contra de Candice – perfecto… nos vemos pronto – concluyo la rubia sonriente, triunfante, esta sería la noche cuando el heredero de las empresas Granchester seria procreado y ni siquiera Candice podría evitarlo.
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- “No te preocupes Príncipe, todo está bien” – recordó Albert las palabras que Candice dijo la última vez que la vio, le preocupaba su bienestar físico y emocional – el mercado asiático es uno de los mas remunerantes económicamente… - todo se escuchaba lejano, nada importaba solo ella – “nos vemos Príncipe”
- Albert… Albert… ¿A dónde vas? – pregunto George sorprendido cuando el chico se había colocado de pie y abandonaba la sala de juntas tomando por sorpresa a los presentes quienes incrédulos murmuraban – debo verte hada, debo verte y asegurarme de que todo está bien – susurro pensativo mientras descendía las escaleras apresurado en dirección a su única preocupación, en dirección a la sonrisa y calidez que su mundo tanto necesitaba.
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Flashback
- “He decidido vender – musito Candice cuando servía la cena a Ursulla quien la observaba con el ceño fruncido, sorprendida, confundida – necesitamos pagar las deudas y limpiar el nombre de mi padre que tú te empañaste en ensuciar – agrego con mirada dura, mirándola fijamente, no sintiendo ningún tipo de temor o respeto, la mujer delante de ella no era nadie, solo una trepadora cualquiera, una víbora ponzoñosa – hare caso omiso a eso ultimo que dijiste, no deseo ponerme a la altura de alguien como tu – comento observándola con desdén, Candice entrecerró los ojos fastidiada, ya sus insultos no le afectaban – y por lo otro que bueno, porque ya tenemos comprador, aunque todavía no es seguro, el problema es que ofrece muy poco y solo alcanzaría para pagar las deudas – agrego mientras tomaba un bocado de lo servido – nada de eso me interesa, lo único que me importa es limpiar la reputación de mi padre – aseguro firme – además… no seré la única que se quede en la calle – agrego disfrutando la cara de desconcierto de Ursulla quien nunca se imagino ese tipo de respuesta, pero… si ella quería jugar con fuego, con fuego jugaría, lo peligroso era que podía quemarse completita, cosa que le divertía a Ursulla – ¡por nosotras no te preocupes! – exclamo recuperando su tranquilidad, Candice la observo sin comprender – Susana pronto se convertirá en la Sra. De Terry Granchester, así que me preocuparía mas por la suerte que tu y el resto de la servidumbre corran cuando se cierre el trato – Candice abrió sus ojos como platos ¿La Sra. De Granchester? - ¿sorprendida? – demando disfrutando el desconcierto en la mirada de la ojiverde – así es, Susana se convertirá muy pronto en la esposa de Terry Granchester, es más, en este mismo instante están juntos, quien sabe y hasta le este pidiendo matrimonio en estos momentos – susurro mientras el corazón de la rubia se detenía en seco, un vacio se apodero de su pecho mientras su respiración se agitaba, Susana y Terry juntos, seguían… juntos.”
Final del Flashback....
Las piernas de Candice parecían tener vida propia o al menos conocer sus sentimientos, ese sentimiento de desolación, ese dolor en el pecho que producía el nublamiento parcial de su vista, la alejaban más y más, necesitaba estar sola, dejar salir tanta bronca – me mintió, me mintió – se decía mentalmente mientras apresuraba el paso al igual que sus lagrimas lo hacían y salían de sus verdes ojos - ¿Por qué duele? ¿Por qué duele tanto el saber que están juntos? ¿Por qué me importa? ¿Por qué siento este dolor en mi pecho? – esto último lo pregunto en voz alta golpeando su pecho fuertemente, necesitaba engañarse a sí misma y decir que lloraba por dolor físico y no porque le dolía el corazón, nada de esto era por amor, los primeros copos de nieve hicieron su aparición en la noche oscura, el silencio se rompió bajo el hipo de la chica provocado por la retención de sus lagrimas, el frio de la nevada era poco comprable con aquel que helaba su corazón en estos momentos – hada – susurro Albert a sus espaldas quien la había seguido en silencio, cuidando de su más preciado tesoro, Candice dio media vuelta para toparse con la mirada clara y cálida de su Príncipe y justo en ese instantes las lagrimas se liberaron de tan horrible secuestro, Albert la observo sorprendido, confundido pero… entristecido – hada… ¿estás bien? – demando preocupado por la frágil Candice frente a él, la joven solo se abalanzo hacia él, hacia ese pecho que tanto calor y protección le habían dado, necesitaba de Albert, de ese paz que solo él parecía otorgarle, Albert solo cerro sus fuertes brazos alrededor de la débil Candice quien sollozo con fuerza entre los brazos de su héroe, del hombre que siempre había estado a su lado, era ese lugar, precisamente alli donde se hacía pedazos, justo en los brazos del hombre que siempre esta alli para ella, de su Principe, Principe que no habia llegado a querer o amar de la manera en que él lo deseaba, que cruel era el destino.
– Llora mi hada, llora todo lo que quieras, llora hasta que el dolor en tu pecho desaparezca – susurro mientras acariciaba el cabello de la chica y gentilmente la envolvía con su abrigo para protegerla del vil frio, deseaba darle todo el calor de su cuerpo, estaría allí hasta que ella lo deseara, y si moría de hipotermia pues ¡qué demonios! Lo haría por y junto a la mujer que amaba con todo su corazón, lo haría junto al hada que lo había convertido en un Príncipe.
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La respiración de ambos era agitada, la pasión se consumía en un baile desesperado, lleno de lujuria, el cuerpo de Susana se estremecía entre los brazos de Terry, su calor y deseo, el movimiento de ambos cuerpos se hizo más apresurado, el frenesí de llegar a la cima de la entrega se hacía cada vez más necesaria, Terry necesitaba explotar y dejar salir tanto éxtasis de su cuerpo, sin embargo, la mirada azul de Susana llena de locura, se convirtió en una verdosa, llena de decepción y tristeza, provocando que el joven se detuviera en seco, no solamente sorprendiendo a Susana sino a sí mismo, su cuerpo no respondía a sus ordenes deseaba hacerla suya pero este se negaba solo seguía las ordenes de un corazón enamorado y que anhelaba el cuerpo y la entrega de una sola mujer… Candice Blanco; Susana permaneció en silencio, desconcertada ¿Qué demonios había sucedido?; Terry se levanto y tomo asiento a un lado de la cama, pensativo, lejano – tengo que irme – musito colocandose de pie para tomar su ropa y comenzar a vestirse – lo siento – se disculpo mientras abotonaba su camisa y tomaba el resto de su vestimenta para continuar fuera de la habitación, testigo de sus tantas aventuras y noches de pasión, pero que hoy, presenciaba la desaparición del gran catador de mujeres… Terry Granchester y la aparición del hombre locamente enamorado y gobernado por sus emociones.
Susana permaneció estática, no comprendía el proceder de Terry, su orgullo y ego habían sido heridos, sin embargo, no había rabia o ira sino mas bien tristeza y dolor, la lejanía de Terry, su frialdad, la hería y era la primera vez que esto le sucedía, era la primera vez que… que… se entregaba a él con el corazón.
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La nieve había dejado de caer, al igual que las lagrimas de Candice quien ahora yacía sobre la banca de la parada del autobús y junto a ella su héroe, su rubio Príncipe andante, el hombre que cuando más necesitaba de un amigo, de un salvavidas siempre estaba allí para ella, ese hombre de mirada limpia y clara como el océano ¿Por qué lloraba por un hombre como Terry, cuando tenía un hombre como Albert frente a ella?
Albert permanecía en silencio, al servicio de su dulce hada, tenía que protegerla, estar a su lado, hoy, mañana y siempre, no importaba si lloraba por otro hombre, si… lo sabia… sabía que su hada lloraba a causa de otro chico, pero… nada de eso importaba, solo ella, solo confortarla, hacerla sentir mejor era lo importante, no podía pensar en el dolor que esas lagrimas por alguien más provocaban en su corazón, a su lado el egoísmo desaparecía - ¿mejor? – pregunto cuando la chica limpiaba sus lagrimas – si… si – musito sonriéndole levemente al chico quien coloco su mano sobre la suya, Candice solo lo miro en silencio como respuesta ¿Cuándo había dejado de sentir ese cosquilleo en su estomago bajo el toque de su Príncipe? ¿Desde cuándo Albert había dejado de ser el hombre de sus sueños? – debo irme – susurro apenada, contrariando al joven frente a ella – gracias – concluyo besando su mejilla fugazmente, bastante dolida, no podía estar allí, justo al lado de su Príncipe, justo al lado del hombre que tantas palabras, acciones y miradas lindas le regalaba y llorar por otro chico totalmente distinto a él, llorar por patán un como Terry Granchester, llorar a causa de este sentimiento que sin querer había crecido en su corazón.
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Terry manejaba su auto pensativo, el recuerdo de la noche anterior no lo abandonaba ¿Qué demonios pasaba con él? ¿Cómo diablos había fallado en semejante situación?, la imagen de la mirada de Candice lo había desencajado, lo había hecho sentir culpable… si… se sentía culpable – Granchester ¿Te encuentras bien? – le pregunto Karen quien había notado su lejanía, desde el día de ayer estaba raro, en otro mundo – Karen… ¿te hace sentir culpable y vulnerable? – demando confundiendo a su hermana quien frunció el ceño - ¿Qué cosa?
- Esto que quema mi pecho y hace latir mi corazón de esta manera con tan solo imaginar sus ojos, este sentimiento que se apodero de mi sorpresivamente, sin aviso – respondió, Karen solo sonrió – sabes… Albert me pregunto lo mismo ayer por la noche, un poco antes de que regresaras, lo note al igual que tu distante y confundido – agrego recordando la tristeza en el rostro de su hermano mayor – la única diferencia es que tu lo preguntas por que tu ego ha sido herido, pero para a Albert ha sido su corazón… porque eso que te quema y te hace sentir dependiente, es amor, al parecer el tuyo es correspondido o al menos puedes tener una oportunidad pero… para Albert es todo lo contrario, el corazón de su hada ha sido ocupado por un vil duende, que la ha herido y ha provocado que las amargas lagrimas corran por su dulce rostro – esto último fue una réplica exacta de lo dicho por la voz apagada de Albert – es por esto Terry que te lo digo, no juegues con este sentimiento que ha crecido en ti por Candice, porque puedes perder y al igual que Albert sufrir por amor, arriésgate, sin importar nada, porque el dolor del desamor es horrible – concluyo con mirada de dolor, nunca se había enamorado pero… si había visto sufrir a su hermano mayor por este vil y malvado sentimiento… desamor.
Candice caminaba de un lugar a otro, indecisa, deseaba verlo, escuchar su voz pero… el sentimiento de decepción en ella crecía con rapidez, el joven le había mentido y al parecer había caído en su juego – si… Susana tiene razón… solo… quiere llevarme a la cama… ese es su único objetivo – dijo pensativa, recordando lo dicho por Susana y por Ursulla – si, mejor me voy y me olvido de él – agrego, pero algo dentro de ella la detuvo, ese Terry preocupado, dulce, amable y gracioso, la habían conquistado por completo, no podía ser de mentira, ella sentía que era real, ese era el verdadero Terry.
- Ya estamos por llegar – le anuncio a su hermana quien se encontraba un poco expectante y curiosa – pero… ¿Por qué esperarnos acá y no en casa de la Susana? – pregunto – es por su bien, no quiero provocarle ningún tipo de problemas con las brujas… perdón con Susana y Ursulla.
- ¿Las brujas? Hahahahahahaahaahahahaha – reía Karen por la manera en que Terry había llamado a Susana y a su madre, el castaño solo la observo de manera dura.
- No… mejor me voy – susurro dando media vuelta para alejarse, pero cuando el destino de dos personas está pautado no importa las decisiones que tomes de una u otra manera, las cosas pasan como deben de hacerlo, justo en el momento en que comenzaba a alejarse la bocina del auto de Terry sonó deteniéndola en seco y provocando cierta emoción en todo su cuerpo – Where are you going Cinderella? - la fuerte y ronca voz de Terry hizo eco en su cabeza, estomago y corazón, nada funcionaba o respondía a sus ordenes – olvide algo y…
- ¿No seria que más bien que querías romper tu promesa? – demando sonriendo de medio lado, desarmándola por completo – yo… yo… - balbuceaba Candice perdida en el latir fiero de su corazón y en esas oscuras papilas verdiazules que la estremecían – tu vienes con nosotros – afirmo la voz de una hermosa chica quien bajaba del auto de Terry, la joven era alta, de cabello negro y ojos ámbar, sofisticada pero de mirada dulce y amable, sus sonrisa era cálida, muy parecida a Terry, sin embargo, tenia cierto parecido a alguien más, a alguien que ella conocia pero que en estos momentos no rcordaba – Hola… soy Karen – se presento acercándose a ella para luego abrazarla y sorprenderla con su acción – oye mocosa, no me la espantes – bromeo Terry haciendo sonreír a Karen - ¿tú eres su hermana?
- Uju, Karen Granchester – afirmó la joven extendiendo su mano – Candice – dijo aceptando el saludo de mano – mucho gusto Cinderella, ahora si te apresuras podremos llegar antes del amanecer – agregó la chica llevándola a arrastras hacia el auto de Terry quien sonrió divertido con la cara de desconcierto de Candice – móntate – le dijo señalando el asiento del copiloto – no… tu venias acá, yo…
- UH UH, para nada tu eres la invitada, además, si vas en la parte trasera del auto tendremos ciertamente un accidente – afirmo - ¿Por qué? ¿Qué quieres decir?
- Terry nunca miraría al frente – asevero con picardía en su mirada apenándola aun mas - ¡tan linda! – exclamo enternecida – vamos Cinderella, no tenemos todo el día… bueno aunque yo por ti estaría dispuesto a esperar una vida entera – dijo Terry sorprendiendo a Candice quien observo al joven y solo sonrió levemente feliz, sonrisa que levanto el ánimo del chico y le dio esperanzas a su corazón, tal vez esto del amor si resultaría.
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Albert caminaba de un lugar a otro pensativo, distante, no había podido dormir durante toda la noche la imagen presente en su cabeza era la de Candice llorando por otro hombre… y en ese momento la desesperación comenzó a apoderarse de su corazón, deseaba tenerla a su lado para siempre, pero si sus hipótesis eran ciertas y ella amaba a otro… ¿podría hacerse a un lado y dejarla ser feliz? O ¿la retendría a su lado, sin importarle sus sentimientos?
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El día había pasado de manera rápida, entre juegos y compras, el tiempo paso volando, hasta que las piernas de Candice fallaron cansadas de tanto caminar, cayendo torpemente – ¡ouch! – exclamo ya en el suelo - ¿estás bien? – pregunto Terry acercándose a ella de inmediato y bastante preocupado – si… no es nada – respondió tratando de colocarse de pie – ayyyyyy – se quejo cuando su rodilla dolió y ardió – déjame ver – pidió el chico – no… no es nada te dije que estoy bien –insistió recogiendo su rodilla, Karen los observo a ambos era el momento perfecto para dejarlos solos – de todas maneras voy por algo para curarte – dijo – pero… ¿Dónde?
- Ay ya veré, por allí tiene que haber una farmacia – respondió a la chica – y no te preocupes… que te dejo en muy buenas manos – le susurro al oído a Candice quien la observo para refutar ese comentario, sin embargo, la chica ya se alejaba sonriente – ven… déjame ayudarte – dijo el doblándose un poco para prestarle su hombre y que Candice pudiera apoyarse en el para colocarse de pie – despacio… con cuidado – susurro muy cerca de la chica quien sintió el cálido aliento de Terry acariciar su cuello – no te apresures – agrego cuando la chica se apresuraba y arrugaba su cara debido al dolor provocado en su rodilla con su acción, el cuerpo de Candice se estremeció con la cercanía del chico, su pulso se acelero al igual que los latidos de su corazón, por su parte el joven moreno aspiro ese dulce y embriagante aroma a rosas que tanto le gustaba, sintió sin querer la cálida piel de Candice, cuando sin querer había colocado su mano sobre una parte de su cintura descubierta, su piel era tan suave como la había imaginado, sentir su cuerpo tan cerca al de él había despertado sus sentido, su deseo por esta mujer que se había convertido en una clase de droga – gracias… ya puedes bajarme – musito nerviosa cuando habían llegado a una banca cercana – si… de nada – respondió el aun perdido en esos sentimientos que solo Cinderella parecía despertar en él, no había sentido lujuria, había sentido otro tipo de deseo, deseaba hacerla suya si… pero de manera suave y tierna – déjame ver tu rodilla – casi ordeno doblándose y tomando entre sus manos la pierna de la joven quien escondió su rostro sonrojado cuando sintió las masculinas manos de Terry tocar la ahora piel desnuda de su pierna – ¡aishhh! - exclamo cuando había visto la gran herida en la rodilla de Candice quien soltó un pequeño quejido – y todavía pretendías fingir que no te dolía – musito sarcástico - ¿Dónde estará Karen? – pregunto buscando con su mirada a Karen, cuando su teléfono sonó, lo saco de su abrigo y sin siquiera notar quien era la persona que llamaba contesto - ¿sí?
- ¿Terry?
- Ah… Hola Susana – musito, algo sorprendido y tratando de que la rubia frente a él no supiera con quien hablaba, pero ya era tarde Candice había escuchado el nombre de la gusana y las tripas se le revolvían del enojo, por lo que recupero su pie bruscamente lastimando su herida - ¿Qué haces? – pregunto sorprendido cuando vio como la chica se colocaba de pie dificultosamente – me voy… te dejo a solas para que hables con tu amiguita Susana – respondió con sarcasmo, Terry solo coloco los ojos en blanco - ¿Candice? –susurro Susana al otro lado de la línea pasmada, entonces, si estaban juntos después de todo ¿Qué demonios estaba sucediendo?
- Cinderella… espera – pidió olvidando por completo a Susana quien permanecía en silencio escuchando todo – no… no… por favor sigue tu conversación.
- Vamos Cinderella – rogo tomándola por una de sus manos deteniendo su paso – no ricachón, regresa a la conversación con tu AMIGUITA –esto último lo dijo con notable enojo - ¿celosa? – pregunto el chico ahora – hahahahahaahaha, ¡si…. Celosísima! – exclamo con fingido sarcasmo – vamos Cinderella, no tienes porque estar celosa de Susana… solo somos amigos – dijo él, Susana apretó fuertemente su móvil enojada - ¿amigos? Ja, ¿y se puede saber qué clase de amigos pasa la noche juntos? Porque jugando a la casita no creo.
- Pues jugamos al papá y a la mamá – bromeo enojando mas ambas chicas – suéltame Terry, tengo que regresar.
- Pero ¿me puedes explicar cómo regresaras a casa asi?
- No te preocupes por mí, preocúpate por tu amiguita Susana que es quien juega contigo a la casita – agrego irónica liberando su mano – bueno… creo que más bien con Susana juego al Doctor todas las noches pero… es contigo con quien quiero jugar al papá y a la mamá para siempre – el comentario de Terry tomo tan desprevenida a Susana que se coloco de pie y abrió sus ojos y a Candice deteniendo su paso - ¿Qué has dicho?
- ¿De verdad no sabes lo que quise decir con eso? – demando acercándose a ella – si estas enojada por que ayer Salí con Susana – dijo sorprendiendo a Candice por lo clever que podía ser – no lo estés, porque entre ella y yo… no sucedió nada – agrego sorprendiendo a Candice – y… ¿sabes la razón por la que no sucedió nada?
- Que no diga Candice, que no diga Candice, por favor.
- Que diga Candice, que diga que fue por mí.
- Fue por ti… tu rostro apareció de la nada, tu mirada me detuvo por completo – dijo deteniendo el corazón de Candice a quien sus piernas comenzaron a fallar una vez más – eres tú la razón de mi lejanía para con Susana, es este sentimiento que se alojo en mi corazón desde la primera vez en que mis ojos se encontraron con los tuyos – agrego levantando su mano y colocándola sobre la mejilla de Candice quien solo se perdió en esa mirada – cada segundo, cada minuto, cada hora, cada momento del día, TU, estas aquí y aquí – continuo tomando la mano de la chica, colocándola sobre su pecho – mi corazón late de esta manera… por ti – dijo acercándose aun mas a ella, ambas manos de la chica se encontraban sobre el pecho de Terry quien dejaba caer su teléfono para poder acercarla a él aun mas. Susana permaneció en silencio, las palabras de Terry se habían clavado en su cien y apuñalaban su corazón, ella era la razón de su frialdad, de su lejanía, Terry Granchester se había enamorado de – Candice – musitó dejándose caer al sofá con las lagrimas aglomerándose en sus azules ojos, sentía que su mundo se desboronaba de a poco - ¿Por qué de ella? ¿POR QUEEEEEEEEEE??????????? – grito enojada, furiosa - ¿POR QQUEEE??? – repitió lanzando su móvil contra el suelo - ¿POR QUE DE CANDICE??? ¿POR QUE DE ELLA? – pregunto de nuevo halando de las sabanas de su cama, desnudándola por completo - ¿Por qué de Candice y no de mi? Que te di todo… te di todo Terrence Granchester, todo – esto último lo dijo en un hilillo de voz ahogado por las primeras lagrimas derramadas en su vida por causa del amor.
- Eres tú, la dueña de cada uno de los latidos de mi corazón – susurro acercando su rostro al de la ojiverde quien permanecía estática, sorprendida, enamorada – déjame…déjame ser tu Príncipe – susurro ya tan cerca de sus labios que se rozaron con cada palabra – enséñame a serlo – continuo embriagando mas a Candice con su aliento, con su cercanía, con el rose de sus labios a los suyos – yo… yo… - balbuceo antes de cerrar sus ojos y entregarse a los deseos y designios de su corazón y del destino.
- Cinderella… Terry… encontré una… oops – dijo interrumpiendo momento tan perfecto – precisa – musitaron ambos – discúlpenme… ¿interrumpí algo? – demando apenada – ¡no Karen… como crees! – exclamo irónico alejándose de Candice quien clavo su mirada en el nevado piso, bastante nerviosa y decepcionada – bueno… lo siento – se disculpó – no te preocupes mocosa… a ver ¿encontraste algo para curar la rodilla de Cinderella? – demando cambiando el tópico – si… toma.
- Gracias… a ver Cinderella, siéntate para poder curarte – pidió con tono frio, contrariando a la rubia quien solo siguió las ordenes del chico y tomo asiento una vez más – bien… dejame desinfectar esto primero…
-¡AYYYY! – exclamo cuando la herida ardía –ten más cuidado ricachón – dijo irritada golpeando al chico – y aquí vamos de nuevo con lo de ricachón – musito exasperado lastimando la herida de Candice con un movimiento brusco de su mano – ayyyy, eres un cavernícola… dame acá – agrego ella quitando el algodón al chico con brusquedad – o perdóneme Señorita – musito sarcástico – idiota – susurro ella, Karen solo los observo incrédula, simplemente eran un caso perdido, hacia unos segundos estaban cerquísima el uno del otro, a punto de besarse y ahora se trataban como enemigos, no se soportaban, no podía creer lo orgulloso que podía ser el ser humano – ahhhh, no puedo con ustedes – musito la chica mientras ambos chicos permanecían dentro de su acalorada discusión.
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Albert recostó su cabeza sobre el espaldar de su asiento, había estado allí por horas a la espera de la llegada de Candice quien por boca de una de las amas de casa había salido desde la mañana, en el corazón del chico miles de incógnitas se aglomeraban ¿con quién estaba? ¿Por qué o por quien lloraba la noche anterior? ¿Por qué no había asistido a sus citas matutinas por varios días?, la cabeza comenzaba a dolerle, tanta presión por parte de George y tantas preocupaciones, siendo la más importante el bienestar de su hada, agregándole por supuesto el hecho de no saber los verdaderos sentimientos de Candice hacia él.
- Terry…. Te acabas de pasar la parada del autobús – susurro observando como el chico dejaba atrás el punto de encuentro – Terry…
- No te preocupes que nadie notara mi presencia, hoy he venido preparado – dijo colocándose una boina negra, tratando de esconder su rostro – pero…
- No puedo dejarte a esta hora allí… la preocupación no me dejaría dormir – la interrumpió sorprendiéndola con sus palabras, Karen solo sonrió, su hermano sí que sabia como jugar y ganarse el corazón de una chica - ¿tu? ¿Preocupado por mi? – demando a un escéptica – siempre, cada segundo, minuto, hora y momento del día me preocupo por tu bienestar Cinderella – musito clavando su verdiazul mirada en Candice quien solo sonrió como respuesta – ¡touchdown! – exclamo para sus adentros Karen observando la reacción de Candice quien permanecía sonriente – hemos llegado- anuncio el chico desabrochando su cinturón de seguridad para descender del auto y poder abrir la puerta de la chica – oye Cinderella, gracias por tan excelente día – agradeció Karen – la pase de maravilla – agrego sonriente – yo también Karen.
- Espero y podamos repetirlo – sugirió la chica, Candice solo asintió con una sonrisa en sus labios mientras descendía del auto y comenzaba su camino a la puerta seguida por Terry.
Albert se acomodo en su asiento, había escuchado como un auto se acercaba y se detenía frente a la casa de de las Marlowe, pero para su sorpresa del auto se bajo un chico bastante alto, delgado quien llevaba un abrigo negro y boina del mismo color, la cual no permitía distinguir quién era, para su sorpresa no estaba solo, ya que le abría la portezuela de su auto a… - Candice – musito mientras su corazón se detenía en seco por el desengaño.
La chica se detuvo a unos cuantos metros de la puerta, el acercarse significaba peligro – bueno… creo que… es todo – susurro mirándolo fugazmente – si… así parece – acordó él nervioso, ¿Por qué demonios no pensaba coherentemente con ella cerca? Simplemente su mente se quedaba en blanco – bueno… eh… gracias por todo – agrego sonriendo levemente hundiendo su mirada en la suya – fue un placer – dijo perdiéndose en su verdosa mirada, Terry comenzó a acercarse la joven sabía lo que seguía, había esperado por este momento prácticamente todo el día, Terry estaba tan cerca que podía sentir su respiración chocar con su rostro, cerro sus ojos vencida, ya no importaba nada, había perdido frente a Terry desde el momento en que sus miradas se cruzaron por primera vez aquella mañana; Albert apretó sus puños con fuerza entonces… el corazón de Candice era ocupado por otra persona.
(Sweet dream)
- Dulces sueños Cinderella – susurro Terry antes de besar la frente de Candice quien por poco se desmayaba con el suave toque de los cálidos labios de Terry sobre su frente – si – murmuro sin aire, camino tambaleante hasta la puerta de su casa mientras Terry sonreía y ahogaba un grito de felicidad mordiendo sus labios, acababa de experimentar la emoción más maravillosa del mundo y solo había besado su frente; Candice exhalo ya dentro de la casa, débil, con el corazón latiendo fieramente – ahhhh – suspiro recostando su cabeza sobre la puerta y tocando su frente, que sensación tan maravillosa, el mundo se había detenido por completo, no hubo frio, solo el cálido toque de sus labios y miles y cientos de chispas de colores a su alrededor – si me siento así con tan solo un beso en la frente… cuando me bese en los labios me muero – dijo sonriendo bobamente.
- Heyy… Granchester… Granchester – llamaba Karen a su hermano quien permanecía estatico con una de sus manos sobre sus labios, rememoraba tan hermoso y mágico momento, era la primera vez que sentía que el mundo dejaba de girar, era la primera vez que su corazón partía sus costillas con sus latidos desesperados por este amor que le quemaba … si era eso… estaba enamorado…
Albert aceleraba cada vez más la imagen del chico acercándose a Candice, la manera en como aceptaba su beso en la frente, un beso que para cualquiera podía ser insignificante, sin embargo, no lo era y el rostro de Candice a lo lejos, su reacción, fueron simplemente las dagas clavadas en su ahora sangrante y herido corazón…
CONTINUARÁ
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