
El la estaba esperando,
con una flor amarilla.
Ella lo estaba soñando,
con la luz en su pupila.
Y el amarillo del sol
iluminaba la esquina
lo sentia tan cercano
lo sentia desde niña
Erase una vez, en un país lejano y prospero, vivía una hermosa princesa llamada Candice, su dulzura y amabilidad, la hacían una joven adorada y querida por todas y cada una de las personas que llegaban a conocerla, pero a pesar de todo esto, su mundo estaba invadido por la gris y triste soledad, por no tener cerca de ella a la única persona que deseaba la quisiera inmensamente, su padre, EL Rey viajaba constantemente, dejándola a merced de su malvada madrastra y horrible hermanastra, quienes con sus desplantes y humillaciones, le hacían la vida imposible y miserable; un día llego al palacio la respuesta a tantos deseos y oraciones de encontrar a alguien especial, el cumpleaños del Príncipe heredero del reino cercano seria pronto y todas y cada una de las doncellas del reino se encontraban invitadas, el tiempo voló y el baile de mascaras llego, pero su horrible nueva familia no le permitiría asistir al baile, así que sin la ayuda de su ausente padre, una vez mas, solo le quedo a la chica lamentarse por su tan mala y desfavorecida suerte, la noche era oscura y sin ninguna luz en el cielo, hasta que la magia destellante de su hada madrina hizo su aparición, permitiendo a la ahora feliz joven asistir al baile, envuelta en un hermoso vestido rosa y zapatillas de cristal.
Algo nerviosa y con su corazón latiendo emocionada, la joven hizo su presentación, bajo la mirada atónita de los presentes - ¡Que hermosa joven! – Exclamaban algunos - ¿Quién será? – se preguntaban otros, pero el más impresionado por aquella brillante luz emitida por la hermosa rubia desconocida, era el joven príncipe quien perdido en su verde y dulce mirada se acerco hasta ella - ¿me permitiría este baile, hermosa doncella? – pregunto con voz suave y calmada, la joven nerviosa solo asintió tomando la mano extendida del enmascarado Príncipe, para comenzar tan suave baile, la ojiverde se encontraba rendida ante la azul mirada del Príncipe, ya nada mas existía a su alrededor, solo ella, la música y su guapo Príncipe quien sujetaba firmemente su cintura, dirigiéndola en tan agradable y anhelado baile, la música fue cesando, trayéndolos de regreso, había llegado por fin el tan deseado momento, finalmente, conocería el rostro de su querido Príncipe, el corazón de Candice latía fieramente mientras el joven llevaba sus manos hasta su mascara para descubrir su rostro.
- Candy.
Él joven descubría de a poco su morena piel y perfilada nariz, Candy contuvo su respiración, pronto conocería a su Principito – ¡CANDYYYYYYYY!!!!!! – Escucho el odioso grito despertador de tan encantador sueño - ¡demonios! – Exclamo incrédula cubriendo su rostro con la almohada, ahogando un grito de frustración – ¡CANDYYYYYYYYY!!! – grito de nuevo Ursula – no puedo creerlo – dijo colocándose de pie entre bostezos para cepillarse y vestirse lo mas rápido que le permitía su dormido cerebro – buenos días Madame – saludo a la mujer de corto cabello rubio y grandes ojos azules quien se encontraba elegantemente sentada a la cabeza de la mesa y la observaba severamente – espero Candy – comenzó con voz pausada mientras la chica servia el desayuno – sea la primera y ultima vez que tenga que gritar tu nombre y esperar por ti de esta manera- agrego dirigiendo su mirada dura a la nerviosa chica quien con mano temblorosa colocaba la taza de té sobre la mesa – si – asintió temerosa – muy bien – dijo mientras tomaba algo del té humeante – buenos días madre – saludo una joven de largo cabello rubio ondulado y grandes ojos azules cubiertos por largas y tupidas pestañas – buenos días cariño ¿Cómo dormiste? – pregunto su madre melosamente pero sin romper su tono de voz fuerte – muy bien madre – respondió cuando tomaba asiento y colocaba delicadamente su servilleta sobre sus piernas – uyyyy… ¿Qué es ese olor? – pregunto cubriéndose la nariz cuando Candy se acercaba a ella para servirle el desayuno – mamá… por favor, ¡que olor es ese! – exclamo fijando su azul mirada desafiante en la joven quien se debatía internamente, no sabia si patearla o lanzarle la taza de té humeante encima – “vamos Candy, compórtate, no caigas en su juego” – se decía mentalmente tratando de mantener la calma – mamá, pensé que TODOS, incluyendo a LA APESTOSA SERVIDUMBRE, teníamos agua suficiente como para bañarnos todos los días - insistió colmando la poco paciencia de la chica quien sin querer y “accidentalmente” vació por completo el humeante liquido sobre la hermosa falda de diseñador de la joven – ¡ahhhhh!!! – exclamo colocándose de pie rápidamente – ¡eres una idiota! – agrego limpiando su falda y sus rojas piernas – ¿estas bien? – demando Ursula colocándose de pie algo preocupada pero manteniendo su calma habitual – nooooo, mira mis piernas – se quejo la chica con puchero – y la falda esta toda arruinada – agrego tan superficialmente que Candy coloco los ojos en blanco – lo siento, de verdad lo siento – se disculpo la joven mientras se reprochaba mentalmente, si Brursula se enojaba estaba perdida – no te imaginas cuanto cuesta esta falda marginal – continuo la chica con sus insultos – bueno, digamos que si estas como para insultar a Candy, estas bien, no paso a mayores – comento Ursula tomando asiento una vez mas, calmando los nervios de la joven – de verdad lo siento Señorita, lo siento mucho Señorita gusana.
- ¿Cómo dijiste? – pregunto empujándola y alejándola de ella bruscamente – REPITE LO QUE DIJISTE – pidió a gritos enojada – que lo siento – respondió Candice haciéndose la inocente - No seas mentirosa, sucia inmunda – dijo con desden, enojando a Candy quien apretaba sus puños fuertemente – Susana, por favor, toma asiento – ordeno Ursula – pero mamá, tu escuchaste como me dijo, me llamo gusana – prosiguió con su berrinche – Madame, yo no… ¿Cómo cree? – Negaba la chica temerosa - ¡como te atreves a negarlo! – exclamo mas furiosa y acercándose a ella – Susana, por favor – ordeno la mujer impaciente y cansada de los berrinches de su hija – cálmate y siéntate, una dama nunca puede perder la compostura – agrego – ju, si ella es una dama, entonces hasta un cerdo podría serlo – musito la joven irónica - ¡mamá! – exclamo la joven quien había escuchado lo dicho – Candice.
- Madame, no se de que se queja su hija, le prometo que de mi boca no ha salido ni una sola palabra – se defendió – ¡eres una sucia mentirosa! – la insulto – SUSANA – alzo la voz Ursula autoritariamente – que manera tan horrible de hablar - recrimino – ¡y no ha visto nada! – exclamo para sus adentros – Candy, ya has servido el desayuno, retírate por favor – ordeno – si, Señora – acepto la chica despidiéndose con una pequeña reverencia de su cabeza – mamá ¿Cómo puedes dejarla ir así después de todo lo que me hizo? – se quejaba la bruja menor – ay ya, por favor Susana, déjate de tonterías y comienza a concentrarte en la razón que nos trajo de regreso a Londres – fue lo ultimo que escucho Candice antes de entrar a la cocina – muchacha, por Dios, como se te ocurre quedarte dormida – le dijo preocupada María, su nana de toda la vida y su madre desde que la suya había muerto por tan horrible enfermedad – no te preocupes Mari, solo fueron gritos de la bruja gusana, no hubo ni regaños, ni castigos por parte de la brursula – dijo para calmar a la mujer – what happened darling? – pregunto Sarah quien dejaba a un lado los trastes y servia el desayuno de la joven – nada, nada – respondió tomando asiento tranquilamente – but… what about all those screams?.
- Ah… eso, pues nada, es solo que a la bruja menor le dio por insultarme y yo “torpemente” derrame el té tibio o mas bien caliente sobre sus piernas y costosa falda – respondió guiñando picaramente – Ay Candy, Ay Candy – repetía María incrédula por la cantidad de travesuras que podía llegar a realizar su niña pecosa – and what about Ursulla?
- Brursula… ni … fuenta de fio – dijo dificultosamente con comida en su boca – Candy, no hables con la boca llena – la regaño su nana – eso no es de Señorita – siguió con el regaño - ay nana, yo no quiero ser ni una Miss, ni una Madame, ni Brursula, ni gusana y mucho menos una bruja vestida de Señora, yo lo que quiero ser es Candy, solo eso – dijo mientras colocaba sus ojos en blanco y suspiraba exasperada por el hecho de que su nana quisiera se pareciera a las cogotudas, María solo sonrió su pequeña niña había crecido, era toda una mujer ahora, sin embargo, seguía siendo la misma pecosita de siempre, traviesa, juguetona e impulsiva.
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- Buenos días madre – saludo un joven alto de cabello marron y ojos azules tan oscuros como las profundidades del océano – hola cariño – respondió la mujer rubia mientras recibía el beso en la mejilla de su hijo - ¿dormiste bien? – preguntó – si, aunque aun no me acostumbro al cambio de horario – respondió mientras tomaba asiento – ¡buen día! – saludo ahora un joven de cabello rubio, un poco mas alto y ojos azules tan claros como el cielo - ¿Albert ya te vas? ¿No piensas desayunar? – demandó preocupada la mujer – lo siento mamá, pero voy atrasado – contestó mientras abotonaba el puño de su blanca camisa – Señor, su café – dijo una de las mucamas entregándole su taza de café humeante – gracias Ana – dijo mientras tomaba de un sorbo apurado el liquido marrón – ¡Albert! – exclamo en tono imperativo la mujer – prometo comer algo en el camino, no te preocupes – dijo con tono rogón – Terry no tardes, recuerda que tienes reunión con Jhon para finiquitar el acuerdo con los proveedores y la nueva imagen – le recordó a su hermano quien solo levanto una de sus pobladas cejas – lo se, lo se, perdón, independencia, tu recuerdas tus asuntos y te encargaras del departamento de imagen corporativa sin tener que darme explicaciones, perdón – dijo conciente de que su hermano detestaba trabajar para alguien y mas todavía que le recordaran los asuntos que él mismo había pautado – hasta mas tarde, te quiero – se despidió depositando un dulce beso en la frente de su madre – gracias Ana, estuvo muy rico – dijo ahora dirigiéndose a la mujer de canoso pelo negro quien solo sonrió en señal de respuesta - ¡este hermano tuyo va a volverme loca uno de estos días! – exclamo con frustración Eleanor – déjalo madre, el trabajo es su vida – lo defendió Terry mientras colocaba un ultimo bocado dentro de su boca y se colocaba de pie - ¿ y tu no piensas comer más?
- Ya estoy satisfecho – contesto mientras tomaba su chaqueta negra – pero… pero…
- No te preocupes madre, no soy el sucesor de Albert, somos muy diferente, es solo que, yo SI voy atrasadísimo – afirmo observando su reloj y evitando así la mirada preocupada de su madre – perdón, te quiero – se disculpo mientras depositaba un fugaz beso en la mejilla de su madre, para retomar su paso rápidamente - ¿ya se han ido? – pregunto la mujer de cabello oscuro canoso – si… - respondió en un suspiro – Albert no desayuno, como siempre – afirmo observando el plato aun servido – y Terry comió muy poco – agrego sorprendiendo a la mujer – no se preocupe Eleanor, ya comerá algo por allí – dijo Ana mientras recogía la vajilla servida – si, lo se pero… quien me preocupa es Albert – confeso dejándose caer pesadamente sobre el espaldar de su silla - ¿Qué quiere decir Eleanor? – pregunto algo confundida – pues es que me preocupa su obsesión con el trabajo, no quiero que termine como su padre – agrego con tono triste – no te preocupes, eso no pasara, Albert y Richard son muy distintos – opino – a lo mejor… pero es que tampoco ha salido con nadie mas desde Kristina … y quien por cierto lo dejo por culpa del trabajo, mira que olvidar tu propio compromiso, te juro que si no soy testigo presencial del hecho, no lo creo – comento incrédula de lo que podía ocasionar la preocupación por el trabajo en Albert – jajajaja – reía divertida Ana – no es gracioso Ana – se quejo la mujer – al menos no olvido su nombre, o la confundió con otra como hizo Terry – dijo entre risas, Eleanor reía divertida, sus hijos eran totalmente distintos para algunas cosas pero tan parecidos en otras, Terry era extremadamente reservado con sus asuntos personales a pesar de ser un mujeriego empedernido, salía con una por la mañana y con otra durante la noche, sus problemas de faldas lo habían llevado a unas cuantas peleas, sin embargo, a pesar de los problemas, seguía con su modo de vida, decía que las mujeres eran como el vino, con textura, olor y sabor diferente y que él estaba dispuesto a probarlas todas, algo ególatra y sarcástico, de carácter fuerte y cambiante, muy arisco, costándole de sobremanera mostrar sus verdaderos sentimientos, amante de los viajes, lujos, los carros y las motos, por su parte Albert era algo mas sencillo, relajado , cariñoso, amante de la naturaleza y del trabajo, de relaciones estables y serias, amante de la vida diurna, lo único en común entre ellos era que ninguno había hallado a la mujer que les cambiaria la vida - ¿llegará algún día? – se pregunto en voz alta - ¿Qué cosa? – demandó confundida Ana – la mujer que les cambie la vida – respondió en un suspiro imaginando como seria.
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- What are you doing? – pregunto Sarah mientras tomaba asiento a su lado – solo hago uno que otro garabato, nada del otro mundo – respondió mientras la mujer sonreía, Sarah había aprendido a comprender un poco a la chica frente a ella, se le dificultaba su español, ya que esta hablaba rápidamente y algo raro, inventaba muchas palabras, Candice por su parte tenia ya 3 meses en Londres, comprendía a cabalidad el idioma pero se le dificultaba muchísimo el hablarlo, ella simplemente era muy mala para esto de los languages, no entendía porque tenia que haber tantos idiomas en un mundo donde ya de por si había males entendidos, así que ¿para que agregar otro obstáculo más? – let me see – pidió la mujer extendiendo sus manos – no, no, son muy malos – comento negativamente sobre sus diseños – ¡wow, they are great! – exclamo sorprendida – vamos, no bromees – pidió la joven tomando de regreso su cuaderno – no, I’m not kidding, you’re really good, you should be studying design – agrego mientras Candy observaba cada una de sus mímicas, las cuales la ayudaban a entender mejor lo que quería decir la mujer - ¿de verdad lo crees? – pregunto algo escéptica – uju, yes – asintió la mujer con una enorme sonrisa - … lastima que la bruja mayor no pensara lo mismo – musito triste, recordando como la cogotuda de la Brursula destruyo sus diseños cuando ella había sido aceptada en la universidad y su gusana sanguijuela no – What? – dijo la mujer confundida, ya que no había comprendido esto ultimo – nada, nada – respondió mientras su corazón deseaba fieramente regresar al pasado y quedarse allí para siempre.
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- ¿Me aceptas una invitación a cenar? – pregunto Terry cuando entraba a la oficina de su hermano quien se encontraba algo ocupado – no lo creo brother, mira todo el trabajo que me queda por hacer – respondió señalando su escritorio cubierto por ciento de papeles – vamos, Harrots no se vendrá a la quiebra porque salgas una noche con tu hermano – insistió el chico – te hará bien distraerte un poco, confía en mi – agrego mientras sonreía levemente y se acercaba con su andar despreocupado característico – la ultima vez que confié en ti, termine con una horrible resaca de tres días y el atraso de una semana en el trabajo – dijo mientras Terry sonreía divertido por el recuerdo de su hermano el gran y correcto Albert Granchester ebrio – prometo que esta vez no habrá alcohol, ni mujeres… para mi pesar – agrego fingiendo tristeza y cierto brillo de picardía en su azul mirada – vamos, no te hagas de rogar o… tendré que llamar a mamá y contarle sobre todo esto – lo amenazo señalando con sus manos el escritorio del joven – no, ni siquiera lo pienses – dijo rápidamente el chico – no quiero tenerla de nuevo en la oficina controlándome, la hora de salida y de entrada, sin contar las comidas – agrego colocándose de pie rápidamente – vaya, ¿Qué pensaría mamá si te escuchara hablar de esa manera? – pregunto algo irónico, pero a manera de broma – cállate y mejor nos vamos – dijo mientras tomaba su chaqueta - ¿y el trabajo workholic? – pregunto señalando con su cabeza el escritorio – llevo algo de tarea – comenzó mostrando su maletín – y el resto… pues mañana llegare mas temprano – agrego mientras golpeaba el hombro de su hermano – hasta mañana Señor Albert, Señor Terry – se despidió Clara la asistente personal de Albert – hasta mañana – dijo Albert – oye Clarita – la llamo Terry acercándose a ella - ¿no te gustaría acompañarnos? – pregunto con su galantería y sonrisa de medio lado característica, sello personal – yo… yo… - titubeaba la chica perdida en la azul mirada del joven, Albert coloco sus ojos en blanco algo incrédulo – vámonos Terry – dijo rodeándolo por los hombros – esta bien, esta bien – acepto el chico – será otro día entonces Clarita preciosa – agrego mientras guiñaba uno de su verdiazules ojos picaramente – tu no cambia Terry, tu no cambias – repetía Albert cuando caminaban hacia la salida – Hermano las mujeres son como el buen vino, las tienes de distinto color, sabor, olor y textura, y yo como amante del vino, tengo que probarlas todas – dijo con un toque de cinismo y observando al infinito - ¿y a que te supo Lana? – pregunto Albert mientras sonreía, recordando la ultima conquista de Terry, una de las mucamas, y la cara de su madre al encontrarlos juntos en la habitación del chico – Lana, me supo a un buen Chardonnier – respondió sonriendo de medio lado – y hablando de buenos vinos, mira quien llama – dijo mostrando el celular a su hermano quien solo sonrió mientras negaba con su cabeza, aun no comprendía como su hermano salía con una mujer como esa – lo siento Al, pero este que esta aquí, tiene algo importantísimo que hacer – se disculpo con su hermano mientras sonreía triunfador y levantaba una de sus pobladas cejas marrón – ¿Por qué con ella? Si es una botella totalmente vacía - pregunto algo curioso, su hermano había tenido mas de un par de mujeres, las cuales no podían ser contadas, ni con sus manos y pies juntos, los números no daban, pero solo eran para pasar el rato, sin embargo, Susana seguía allí, era la mas constante de todas, nunca pasaba de moda, como solía decir el chico - ¿empty?, no mi queridísimo hermano, esta buenísima – agrego con su sinceridad característica – además es increíble, si sabes a lo que me refiero – agrego mientras sonreía algo cínico, Albert solo bufo – solo cuídate hermano, una mujer como esa es peligrosa – dijo preocupado – no, una mujer así, es… excitante – concluyo mientras se alejaba con una enorme sonrisa de descaro en su rostro, embarco su lamborghini gallardo negro, Albert solo negó una vez mas pensativo, preocupado por su hermano – Señor ¿necesita que lo lleve? – pregunto George acercándose a él – así parece mi queridísimo amigo, así parece – respondió mientras abría la puerta del automóvil negro, abordaba y observaba como caían las primeras gotas de lluvia otoñal.
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- Candy, María y Sarah, necesito hablar con ustedes – dijo Ursula viuda de Blanco mientras entraba a la cocina y llamaba la atención de las dos ultimas, Candy simplemente seguía perdida en la música que envolvía sus oídos – Candy – la llamo de nuevo, pero nada – ¡CANDYY! – grito la mujer, ahora si penetrando en los audífonos de la joven quien se deshacía de ellos rápidamente - ¿si Madame? – pregunto acercándose a las otras dos – pensé que te había quedado claro el hecho de que no deseaba esperar por ti y gritar tu nombre de nuevo – dijo entre dientes – perdón Señora, es solo que…
- Es solo que nada – la interrumpió bruscamente, acercándose a ella – entrégame ese aparato ahora mismo – ordeno extendiendo su mano – pero… Señora…
- He hablado Candice – dijo con enojo en su mirada, la joven respiro profundo y le entrego el objeto – muy bien, ahora que no hay interrupciones prosigo, necesito que mañana la casa este impecable y que el almuerzo este exquisito – dijo recuperando su tono y pose calmado – tendremos una visita importante y todo debe estar perfecto, ¿quedo claro? – pregunto con tono imperativo – Si Señora – respondieron al unísono - ¿te quedo claro Candy? – demando hundiendo su azul mirada en la joven quien solo asintió – no quiero errores – dijo amenazadoramente – bien, ahora que todo ha quedado claro, me retiro – agrego dando media vuelta – espero y mi baño este listo – se dirigió a Candy solamente esta vez – si Señora, todo ha quedado como a usted le gusta – respondió haciendo una educada reverencia con su cabeza mientras la mujer se retiraba – ¡AYYYYYYYYYYYY!!!!!! – grito enojada asustando a las dos mujeres – ojala se tragara una de eso pétalos y se ahogara – pidió entre dientes – ay no mentira, así tampoco – agrego con arrepentimiento – ¡me cae como una patada en el estogamo la brursula! – exclamo bufando de enojo – Candy cariño, es estomago – la corrigió María – estogamo, estomago, es lo mismo – dijo algo exasperada – ojala pudiera poner mis manos alrededor de su larguirucho cuello – agrego haciendo la mímica de tener el cuello de alguien entre sus manos – y poder apretarlo fuertemente, una y otra vez – continuo mientras batía sus manos fuertemente, Sarah solo reía divertida – Candy, por favor – dijo María alzando el tono de su voz y trayendo de regreso a la joven - ¿Qué? ¿Acaso no puedo soñar? No es que valla a hacerlo.
- Pecosa, todo esto es tu culpa, soldado avisado no muere en guerra y ya tu estabas mas que avisada – dijo la mujer algo enojada por el comportamiento de la chica y los constantes desafíos hacia la brujota - ¿no me digas que ahora estas de lado de la bruja de Ursula? – preguntó algo sorprendida – Candy, no te expreses de esa manera.
- ¿Pero por que? Si es la verdad, es una bruja, cogotuda, larguirucha, estirada y amargada para completar – afirmo apretando sus labios - quiero que todo este perfecto – agrego fingiendo la voz y pose de Ursula – tendremos una visita importante – siguió con su actuación magistral mientras ambas mujeres se destornillaban de la risa – Candy, it’s funny but scary – opino Sarah limpiando algunas de las lagrimas escapadas a causa de la risa – lo se – acepto la joven – además ¿Quién viene? ¿el Príncipe William de Inglaterra? Porque si es así, pido el cambio y que sea Harry – esto ultimo lo dijo entre suspiros – bueno tanto como eso, no – respondió María – pero si es alguien importante, es el novio de la gusana, perdón de Susana – corrigió antes de que la chica pudiera decir algo – su nombre es Terrance Granchester, hijo de los dueños de los comerciales Harrots – agrego - ¿y a mi que? Es otro amarrete mas – afirmo la chica encogiéndose de hombros una y otra vez – bueno que si se casan, tu serás libre y recuperaras todo lo tuyo – respondió María – exactly – agrego Sarah por su lado – esta bien, esta bien, todo saldrá perfecto, la bruja menor se casa y yo recupero mi libertad – dijo cansinamente, no era la primera vez que se hacia ilusiones con ser libre y volar lejos de tan patética y horrible vida - ¿where are you going? – pregunto Sarah al ver como la chica se colocaba de pie y caminaba hasta la puerta – necesito tomar algo de aire fresco – respondió saliendo al jardín, necesitaba estar sola un rato y ocultar la profunda tristeza de extrañar a sus padres – pero si esta lloviznando – dijo María preocupada – let her go – opino la mujer comprendiendo como se sentía la joven – mamá, papá ¿pueden oírme? ¿Están allí? – pregunto mientras las primeras gotas de la lluvia mojaban su rostro – claro que si, brillan desde allá arriba para mi – agrego mirando el cielo estrellado y con las lagrimas aglomerándose en sus verdes ojos – no debo llorar, debo sonreírle a la vida – se dijo limpiando las lagrimas que corrían por su rostro mientras se resguardaba de la lluvia que ahora apretaba bajo el toldo del jardín - ¿podré llegar a ser libre algún día? ¿Encontrare mi felicidad? – preguntó recordando las dulces palabras de su madre “recuerda que la felicidad puede estar a la vuelta de la esquina, no decaigas Candy”- ¿Dónde esta mi príncipe andante? – pregunto ahora mientras recordaba la historia contada por su madre cada noche – ¿Dónde estas? – pregunto de nuevo con animo decaído, cansada de esperar, de luchar en contra de las brujas y de creer en los finales de cuento - ¿será feliz mi niña algún día? – pregunto triste María quien la observaba en compañía de Sarah desde el ventanal – Don’t worry Ana, she will – respondió Sarah colocando su mano sobre el hombro de Marína – why are you so sure?
- Because she is a good girl and she deserves it – agrego mientras ambas mujeres oraban en silencio por la felicidad de su queridísima Candy.
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- ¡Terry! – exclamo melosamente Susana, colocándose de pie para saludarlo – mi queridísima Susana, beautiful as usual – dijo él galantemente, besando ambas mejillas de la chica – y tu tan adulador y galante como siempre – dijo ella por su parte seductoramente - ¿y como estuvo América? ¿Me extrañaste? – preguntó coquetamente mientras colocaba ambas manos sobre las del chico – no te imaginas cuanto – respondió el chico, hundiendo su mirada azul profundo en la joven provocadoramente – !que calor hace! – exclamo la chica soplando su rostro delicadamente con su mano - ¿y tu? ¿Te hice falta? – Pregunto en un susurro - ¿tu que crees? – respondió ella mordiendo sus labios provocativamente, Terry solo sonrió - ¿no te gustaría ir aun lugar más… privado? – pregunto mientras acariciaba el muslo del joven con su pie por debajo de la mesa – no lo se – respondió, haciéndose de rogar – vamos, no te arrepentirás – dijo ella acariciando ahora su entrepierna y despertando el deseo en el chico – si me lo ofreces de esa manera, tus deseos son ordenes – concluyo colocándose de pie y tomándola rápidamente por el brazo, la lujuria de ambos estaba a flor de piel y necesitaba ser saciada.
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- Albert,… ¿no se suponía que saldrías con Terry? – pregunto Eleanor sorprendida de encontrar a su hijo en la cocina a estas horas – esos eran los planes, hasta que cierta chica rubia hizo acto de aparición.
- ¿Susana? – fue mas una afirmación que una pregunta, Albert solo asintió mientras Eleanor suspiraba preocupada – Es de buena familia, muy educada pero…
- Es una trepadora mamá – completo la frase el chico sorprendiendo a su madre por su sinceridad – vamos mamá, nunca me ha gustado y nunca lo hará – agrego el chico – Terry merece algo mejor que ese vino pasado.
- Lo se, al igual que tu – dijo acercándose a él para abrazarlo – madre, todo llega a su tiempo – defendió él su soltería – lo se, es solo que creo ha llegado la hora de que este Príncipe encuentre a su Princesa – agrego mientras acariciaba dulcemente el rubio cabello del chico – ¡una Princesa! – exclamo con incredibilidad – ojala y todavía existan – agrego irónico, mientras recordaba lo doloroso de su relación con Kristina, dudando de su capacidad como para soportar otra relación tan turbulenta e inestable como esa.
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Terry besaba y mordisqueaba desesperadamente los labios de Susana, el deseo hacia presa a su cuerpo, con el cual mantenía cautiva a la chica contra la pared y quien lo acercaba mas ella para sentirlo cada vez mas – hazme tuya – rogaba entre gemidos provocados por como Terry besaba su cuello y acariciaba salvajemente uno de sus senos – hazlo – rogó una vez mas, encerrando la cintura del chico entre sus piernas, deseaba sentirlo dentro de ella así que en un movimiento ágil de sus manos desabrocho su pantalón, dejando en libertad su virilidad latente, desesperado Terry siguió la acción de la joven y sin despegar los labios de los de ella se introdujo fieramente, provocando que el cuerpo de la chica se arqueara y ahogara un gemido en sus labios, Terry se movía rápidamente dentro de la rubia quien gemía ahora con mas fuerza al sentir como el chico mordisqueaba y lamía uno de sus pezones erguidos, aumentando su placer - ¡Terry! – exclamo Susana en un hilillo de voz ahogando de esta manera el gemido de Terry cuando ambos llegaron al punto ebullición de tan lujurioso acto, la respiración de ambos era agitada, al igual que los latidos de su corazón, la entrega terminaba pero el deseo aun no había sido satisfecho, Terry observo una vez mas a la joven, cuya mirada se encontraba oscurecida, la tomo por el cabello fuertemente, atrayéndola hacia él, para comenzar una vez mas tan fiero y carnal baile.
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- ¿A donde vas? – pregunto Ana al ver a Albert salir de la cocina, con ropa deportiva y no su vestimenta formal – no te preocupes ya desayune cereal y Penélope es testigo – dijo conociendo la razón de la pregunta – y voy al parque un rato – agrego besando la mejilla de la mujer, retomado su paso sin contar lo que le deparaba el destino.
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- ¿Que pasa allá afuera? – pregunto María curiosa al escuchar los gritos y bendiciones que botaba la bruja mayor por su educada boca – pues que la y que Señorita brujerzuela de la casa, no paso la noche en su habitación, de hecho aun no llega – susurro la joven - ¡bah! – exclamo Sarah – It’s not the first time – agrego regresando a sus quehaceres - ¿Dónde estabas? – escucharon le pregunto Ursula a su recién llegada hija – caminando ¿Por qué? – respondió haciéndose la inocente - ¿Dónde pasaste la noche? – pregunto acercándose amenazadoramente – pues aquí, ¿Dónde mas?.
- ¿Qué? – pregunto con fingida sorpresa – claro que si madre, es solo que me levante un poco temprano y salí a caminar, de hecho le dije a la zarrapastrosa – respondió – CANDY – llamo la mujer a la chica quien entraba nerviosa – ¿por que no me dijiste que Susie había salido a caminar? - pregunto siguiendo con la mentira de su hija - ¿Qué? – demando confundida abriendo enormemente sus verdes ojos – ay, no te hagas la idiota, que cuando salía te dije que le informaras a mamá que salí a caminar – afirmo Susana – pero… no… - Candy titubeaba ¿de que demonios hablaba ahora la gusana? – RESPONDE – ordeno Ursula – perdón Madame, lo olvide – se disculpo la chica de un error no cometido, sabiendo que todo seria peor para ella si la desmentía y desafiaba - ¡ESTUPIDA! – exclamo con desden la mujer – retírate y como castigo tendrás que lavar todas las vajillas de la casa – agrego – pero… pero si no he hecho nada malo – dijo enojada a punto de golpearlas a ambas - ¿ah no? Mira que olvidar algo tan importante ¿madre te imaginas lo horrible que todo esto hubiese sido si Terry estuviese aquí? ¿Te imaginas donde hubiese quedado mi reputación? Y todo por culpa de esta zarrapastrosa inmunda – agrego con odio e hirientemente - ¿Por qué quieres manchar mi reputación? – pregunto con tono inocente, Candy solo bufo colocando sus ojos en blanco – eres una…
- Susana – llamo la atención su madre conociendo la palabrota que soltaría su hija – retírate Candy y no quiero mas errores, a no ser que quieras que lo desaparezca todo – amenazo ferozmente – si Señora – respondió mientras apretaba fuertemente sus dientes y regresaba a al cocina – what happened? – pregunto Sarah preocupada por la cara de enojo y tristeza de la chica – PUES QUE AHORA SOY CULPABLE DE QUE, LA GUSANA, NO CONTENTA CON SER UNA BRUJA, AHORA QUIERA SER UNA CUALQUIERA – grito roja del enojo y azotando la puerta tras ella cuando salía.
En ese bar tan desierto
nos esperaba el encuentro
ella llego en limusina,
amarilla por supuesto.
El se acerco de repente
la miro tan de frente
toda una vida soñada
y no pudo decir nada
- Good moring Miss – saludo a la joven detrás del puesto de las flores – I Would like a dozen of yellow and white roses please – pidió amablemente – thank you – agradeció mientras cancelaba y tomaba el ramo de hermosas rosas entre sus manos.
- BRUJAS, NO PUEDO CREERLO, SON UNAS AHHHHHHHH – gritaba la joven fúrica golpeando el mojado piso – mira que tapar el sol con un dedo – agrego entre dientes.
- Si – contesto el joven su móvil – lo se, ya voy en camino, no te preocupes, no llegare tarde – agrego calmadamente – si la gusana es una brujerzuela, es una brujerzuela y ya esta – seguía su alocada conversación bajo la mirada atónita de los traunsentes - ¿Qué? ¿Qué me miran? ¿acaso tengo monkeys en la FACE? – les preguntaba enojada – she is crazy – murmuraban algunos – y encima de que sigo con su mentira, recibo un castigo, mira que lavar las vajillas – se quejaba al punto del llanto.
- Si lo se, lo se, no te preocupes – decía algo exasperado – ojala les cayera un meteorito encima a esas brujas cabezas huecas, cogotudas y estupidas – agrego sonriendo imaginando sus caras – ¡SON UNAS BRUJAS! – grito girando bruscamente y chocando con uno de los peatones, cayendo al frió y húmedo suelo – fíjate por donde caminas idiota – dijo colocándose de pie, mientras se limpiaba su mojado y ahora mugriento pantalón - ¿perdón? – pregunto confundido, el corazón de Candy se detuvo en seco - esa voz… esa voz…, - se decía mentalmente mientras que de a poco y nerviosa subía su rostro – ¡Tu! – exclamo sorprendida y perdida en su azul y dulce mirada mientras sonreía tontamente.
Ella sabia que él sabía que algún día pasaría
Que vendría a buscarla con sus flores amarillas,
No te apures no detengas el instante del encuentro,
Hasta dicho que es un hecho, no la pierdas no hay derecho,
No te olvides que la vida casi nunca esta dormida.
Con sus flores amarillas……
CONTINUARA…………………………………………………………………………............................................
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